Las ilustraciones de Lara Romero, en exclusiva para nuestra web, nos ayudan a distinguir las caras de las emociones universales

¿Sabrías reconocer las siete emociones básicas y universales en los rostros de nuestro nuevo personaje? Te proponemos este sencillo reto para mejorar tus habilidades en la interpretación de la conducta no verbal. Con la colaboración de la ilustradora Lara Romero, en sucesivas entregas te mostraremos los detalles más característicos de cada expresión, y te explicaremos también algunos trucos para no cometer errores. Pero antes debes conocer algunas curiosidades imprescindibles sobre las expresiones faciales, la fuente de información emocional más completa y fiable de nuestra comunicación no verbal.

Como ya hemos explicado en otras ocasiones, existen siete emociones básicas y universales, denominadas así porque se expresan y reconocen de igual manera en el rostro de cualquier ser humano, independientemente de su origen, raza o condición. De ellas derivan el resto de las emociones sociales o secundarias que, por el contrario, están condicionadas por factores ambientales y culturales aprendidos a través de la socialización.

Sin embargo, las siete emociones básicas son genéticas, innatas y universales, las traemos de serie al nacer, y las compartimos en su mayoría con otros primates no humanos. Incluso, se asemejan a las de otros mamíferos menos cercanos en la escala evolutiva. ¿O no te has fijado alguna vez en esa carita de “yo no fui” que ponen los perros después de hacer alguna trastada en casa? Pues no es otra cosa que la expresión facial de la tristeza, el miedo o ambas, dos emociones básicas universales con las que el animalito en cuestión intenta inspirar la empatía de su dueño para evitar una bronca.

Fue precisamente un amante de los animales, el naturalista inglés Charles Darwin, autor de la teoría de la evolución, el primer científico en apuntar el origen genético de las expresiones faciales emocionales, recogido en su libro “La expresión de las emociones en los animales y el hombre” (1872). Como puedes imaginar, la obra no fue precisamente un éxito editorial en la conservadora sociedad británica del XIX, escandalizada ante el parentesco entre monos y humanos propuesto por su compatriota.

Tuvo que transcurrir casi un siglo para que los indicios apuntados por Darwin se transformaran en evidencias, gracias a las investigaciones del psicólogo estadounidense Paul Ekman, considerado uno de los mejores expertos del mundo en el análisis del comportamiento no verbal y la detección del engaño -quizás te suene por la serie de televisión “Lie to me”, inspirada en sus colaboraciones con distintas agencias de seguridad gubernamentales-.

En 1969, Ekman demostró que Darwin estaba en lo cierto, y en 1978 presentó junto a su compañero Wallace Friesen el FACS (Facial Action Coding System), un sistema de codificación que recoge todos movimientos expresivos del rostro en unidades de acción (AU), una especie de “atlas de la cara”, según palabras del propio Ekman, y que hoy reconoce y utiliza toda la comunidad científica internacional.

Las siete emociones básicas universales son la sorpresa, la tristeza, el desprecio, el miedo, la ira, la alegría y el asco, y cada una tiene sus propias unidades de acción características que facilitan su reconocimiento, como explicaremos en las siguientes entregas para facilitarte la forma en que te relacionas con los demás.

Si lo piensas, verás que solo hay una emoción básica de valencia positiva, la alegría; otra de valencia neutra, la sorpresa; y las cinco restantes de valencia negativa, tristeza, miedo, ira, asco y desprecio. Es decir, el 70% de nuestro repertorio emocional facial básico transmite negatividad. Quizás eso explique algunas cosas… ¿no crees?

El caso es que aprender a reconocer y a expresar correctamente las emociones básicas resulta determinante para alcanzar una comunicación plena, empática y asertiva.

¿TE ATREVES A INTENTARLO?

Antes de pasar el ratón por encima, intenta descubrir cada una de las emociones de nuestra nueva amiga.

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Bibliografía