Es la imagen del terror sembrado por los integristas en Túnez, y también la cara de la ira con la que los humanos respondemos a la violencia extrema. Se produjo durante la detención de uno de los sospechosos de participar en el ataque a los hoteles de las playas de Susa, en el que murieron varias decenas de turistas europeos.
Desde el punto de vista del lenguaje no verbal, llama la atención la forma de mostrar los dientes de quienes intervienen en la escena que, junto con el ceño fruncido, es la señal inequívoca de la ira, una de las emociones básicas universales heredada genéticamente de nuestros ancestros.
Como hacen nuestros hermanos primates y otros muchos mamíferos, exhibir una poderosa dentadura tiene una importante capacidad de persuasión en situaciones de conflicto. En nuestro caso, poco puede hacer frente la fuerza de las armas y los explosivos, pero sigue cumpliendo su función adaptativa y social para canalizar la rabia ante la barbarie y el sinsentido.

Fotografía de Amine Ben Aziza, distribuida por la agencia Reuters el pasado viernes 26 de junio de 2015.