Un gesto de triunfo no siempre implica alegría

La Historia y nuestra propia experiencia vital nos demuestran que en ocasiones la victoria puede resultar tan amarga como la derrota. Aunque en un principio el triunfo conlleva generalmente emociones de valencia positiva, el tiempo puede aportar perspectivas muy diferentes, incluso sobre victorias tan sonadas como la obtenida por los aliados en la Segunda Guerra Mundial.

Fue precisamente tras esta contienda cuando Winston Churchill popularizó uno de los gestos emblemáticos más conocidos del mundo, la uve formada con los dedos índice y corazón, sobre cuyo controvertido origen no existen evidencias científicas concluyentes.

Hoy disponemos de una amplia documental gráfica del premier británico realizando el citado gesto, una victoria que le acompañó el resto de su vida. La mayor parte de las veces utilizaba su mano derecha en alto, y en algunas pocas ocasiones mostraba el dorso en lugar de la palma, lo que en la cultura anglosajona acabó teniendo otro significado muy diferente (equiparable a la “peineta” española).

 

Décadas después, el presidente norteamericano Richard Nixon haría su particular aportación a la divulgación de este gesto, realizándolo con las dos manos a la vez y los brazos en alto formando también una uve (tres en total). Esta versión se aproxima más a las expresiones de triunfo, cuya universalidad ha estudiado ampliamente David Matsumoto, cuestionando su origen meramente cultural.

 

Los emblemáticos son los únicos gestos que tienen pleno significado por sí mismos, aunque en su análisis debemos considerar las mismas dos reglas fundamentales que para el resto del Comportamiento No Verbal (CNV): la congruencia y la sincronía.

Son estas dos cualidades las que fallan precisamente en la imagen objeto de análisis. El gesto de victoria de Winston Churchill en la fotografía estudiada contrasta con la expresión de su rostro: Según los patrones de las emociones básicas universales catalogadas por Paul Ekman, el ceño fruncido, la mirada perdida, los párpados caídos y las comisuras de los labios deprimidas,no indican precisamente felicidad, sino todo lo contrario: tristeza.