El discurso de la nueva alcaldesa de Madrid expresa una extraordinaria moderación conductual, cercanía y autenticidad.

La característica más destacada de la comunicación no verbal de Manuela Carmena es su asertividad expresiva. Se puede estar de acuerdo o no con sus ideas, pero es indiscutible que las plantea desde la moderación conductual. Hemos analizado su discurso de investidura, tras la toma de posesión como alcaldesa de Madrid, y las conclusiones son evidentes: el lenguaje corporal de esta jueza jubilada de 71 años transmite cercanía incluso hacia quienes no piensan como ella.

Su intervención duró menos de 20 minutos, -justo en el límite de tiempo impuesto en las charlas TED para no perder la atención del público-, y de no haber estado sentada habría parecido una conferenciante de la popular organización norteamericana. Con un estilo ameno y natural, Manuela Carmena eludió intencionadamente la formalidad del discurso programático, para charlar de forma muy llana, con un lenguaje sencillo y didáctico, sin caer en la arrogancia y con algunos toques de fino humor.

En su opinión “sobran discursos y faltan palabras”, y las suyas estuvieron inspiradas por los sentimientos. El primer indicio importante de congruencia conductual se apreció en la expresión de su rostro, cuando se iluminó al dar las gracias a sus votantes por el “impulso emotivo y generoso”.

La serenidad no desapareció de su cara en ningún momento de la intervención, ni siquiera cuando confesó la necesidad de tranquilizar a los ciudadanos que no votaron su candidatura por “miedo”. De hecho, se le escapó una sonrisa cómplice cuando anunció el reto de “seducirlos”.

Gesto de pudor de Manuela Carmena cuando habla de Rosa

La tristeza apareció en su rostro cuando se refirió a las personas “decepcionadas” con la política, y el pudor se reflejó en el leve manoseo, cuando contó la triste historia de la mujer del vestido rosa, a quien había conocido en el metro el día anterior. A pesar de ello, hubo alegría en el tono de voz cuando confesó la emoción que le produce el contacto directo con los ciudadanos en los servicios de transporte públicos.

Uno de los puntos fuertes del lenguaje no verbal de la nueva alcaldesa es precisamente el canal paraverbal, que junto a la expresión facial es una de las principales herramientas para la transmisión de las emociones.

La voz de Carmena huye de los tonos agudos y del volumen alto que tanta credibilidad restan a las palabras; habla de forma pausada, con buena vocalización y proyección, no hay segregadores, muletillas ni alargamientos vocales que enturbien o expresen inseguridad, y maneja con naturalidad una amplia variedad de registros a la hora de enfatizar.

Pidió que la tuteasen y tuteó a sus compañeros, se definió como una “servidora”, pidió sencillez y congruentemente se mostró sencilla: desde el sobrio atuendo en blanco y negro al Bic azul de plástico que usó como bolígrafo. El bastón de mando, ni lo tocó, por más que el ujier de guantes blancos se empeñase en acercárselo. Y cuando habló de “gobernar escuchando” su cabeza asintió afirmativamente y su cuerpo se inclinó hacia adelante.

Se refirió a la “comodidad” cuando agradeció el apoyo del PSOE, pero buscó también la empatía con el PP, al que atribuyó la intención sincera de acercarse a la sociedad. Tampoco dudó en referirse a los aciertos de su predecesora, Ana Botella, ni en reconocer las cualidades de la portavoz de Ciudadanos: “Begoña es muy inteligente y muy sagaz”, aseguró.

Y aunque definió como “antipática” la objetividad de algunas grandes corporaciones, destacó la importancia de promover la innovación y la inversión: guiños para todos, asertividad en estado puro.

La credibilidad de los ilustradores

Otro de los rasgos característicos del lenguaje no verbal de Carmena es la variedad y riqueza de los gestos ilustradores que acompañan su discurso. Los realiza con movimientos armoniosos y suaves, dibuja formas redondeadas en el aire, señala líneas de tiempo, indica direcciones y remarca conceptos. Además, suele mostrar las palmas de las manos abiertas, un indicador vinculado a la transparencia.

Por lo general, sus gestos resultan muy congruentes con el mensaje y suelen anticiparse a las palabras, evidencia de espontaneidad. La vinculación entre la credibilidad de un discurso y el número y la calidad de los gestos ilustradores está científicamente demostrada, y en el caso de Carmena resulta evidente su eficacia.

El contacto visual

El contacto visual es otro de los fuertes de la nueva alcaldesa de la capital española, y una herramienta imprescindible del lenguaje no verbal asertivo. Carmena barrió constantemente con su mirada todo el arco del salón de plenos municipal, buscando el contacto con los miembros de la corporación a quienes se dirige.

Manuela Carmena mira a su derecha Manuela Carmena mira a su izquierda

Paradójicamente, miró muchas más veces a su derecha, donde están situados los concejales y la portavoz del Partido Popular, Esperanza Aguirre, a quien llamó por su nombre de pila y con quien intercambió miradas amables, y alguna sonrisa cómplice cuando eludió darle la réplica.

En varias ocasiones se inclinó hacia la izquierda, como cuando habló de la democracia, dejando caer el peso de su cuerpo sobre ese codo -aproximándose por tanto a la bancada ideológicamente más cercana-, pero al mismo tiempo girando su torso abierto y su mirada hacia la derecha: la postura y el gesto son extraordinariamente asertivos.

Tiende también la mano derecha

Manuela Carmena tiende la mano a la derechaResulta curioso que la mayor parte de los gestos los realiza con su mano izquierda o con ambas manos a la vez.

Una de las pocas ocasiones que utiliza la mano derecha se produce cuando habla de las multas, y explica que no deben ser coercitivas sino una oportunidad para reeducar conductas inadecuadas. El simbolismo al tender la mano abierta es elocuente, y que utilice en esta ocasión la derecha, también.

Dos pegas: la ergonomía y la fisiología

Manuela Carmena da muestras evidentes de un extraordinario aplomo y relajación durante todo su discurso. Solo se producen dos momentos de cierto descontrol emocional e incomodidad. El primero de ellos se aprecia de forma muy leve, justo al inicio de la intervención, cuando mueve el asiento de un lado a otro.

Parece un detalle intrascendente, pero en un plano cerrado de televisión esta inestabilidad postural puede transmitir precisamente eso, inestabilidad, incomodidad o nerviosismo. Evitar el uso de sillas giratorias, o tomarnos el tiempo suficiente para ajustar la posición adecuada antes de empezar a hablar, bastan para solucionar el problema.

El segundo momento de descontrol emocional es más evidente, y se produce casi al final de la intervención. Después de 16 minutos hablando hay signos de sequedad en las mucosas bucofaríngeas, lo que causa un desajuste en la respiración, y desencadena una de las pocas series de gestos adaptadores que se registran en todo el discurso, y la única vez que la voz se le entrecorta.

Como se aprecia en la secuencia de imágenes de arriba, intenta mojarse los labios con la lengua, se lleva las manos a la boca, bebe agua y termina protegiéndose instintivamente las cuerdas vocales con la mano en la garganta. La imagen de seguridad y aplomo ofrecida durante toda la intervención se descompone por unos instantes.

Los gestos adaptadores son aquellos que realizamos de forma involuntaria al manosear algún objeto o parte de nuestro cuerpo, indican descontrol emocional y restan credibilidad a nuestra intervención. En este caso, están justificados por un problema puramente fisiológico, tan común como evitable, la falta de hidratación: no hay que tener reparo alguno en beber agua antes de empezar a hablar o a mitad de una intervención. Si esperamos a sentir sed, como le ocurre a Carmena, resulta tarde.

Mucho tacto con los adversarios

Por último, incorporamos estas tres imágenes captadas tras finalizar la ceremonia y que revelan el habilidoso uso que la nueva alcaldesa hace del tacto, al saludar a tres destacados adversarios ideológicos: abraza a Esperanza Aguirre, aprieta entre sus manos la mano de Ana Botella y acaricia la cara de Alberto Ruiz Gallardón. Su conducta es congruente una vez más con la imagen de proximidad y cercanía.

Referencia

Puedes visionar la intervención completa en el siguiente enlace: https://www.youtube.com/watch?v=j6cPFr12o6k